miércoles, 2 de septiembre de 2015

Engaños

Entretener a la muerte:
darle pedacitos de nuestra carne,
engañar la tripa con enfermedades misteriosas.
Dejarse oler de vez en cuando,
ese lado podrido que tenemos todos. 
Asomarse al pozo donde se ahogó el niño,
leer con llanto
el deceso de algún otro,
el paro cardiaco del abuelo, 
el suicidio del joven. 
Lamentarse en voz alta 
para que nos oiga.
Dejarla pasar pero nunca 
darle la bienvenida.
Que se sienta extraña 
en la casa que habitamos
para que se vaya,
pero sin correrla, sin avisarle
que nos creemos más listos.
Nada, que tome un café
pero sin azúcar,
de arrimada.
A la muerte le gusta mirarnos
de lejos
a escondidas, tan insignificantes.
Le dan risa las faltas de respeto
luego se acerca 
para darnos una palmada
que nos mete en el lecho
por algunos días.
Sólo quiere comprobar que estamos vivos.
Pero nada es serio

hasta que nos mata. 

viernes, 15 de mayo de 2015

Ollas de Barro





“Hermógenes.- Sócrates, aquí Crátilo afirma
que cada uno de los seres tiene el nombre exacto por naturaleza.”
Díalogos de Platón; Crátilo

“…

El hombre me dice

que la mujer del proyecto se llama Barro

como la materia prima del oficio que ejerce.

Le pregunto si es una broma. 

La veo, esperando a que se defienda

pero agacha la cabeza envuelta

en su pelo de humo para que no la mire.

Se cubre con las manos

su sonrisa del color de la tierra.

No sabe escribir, sólo el nombre, 

despacio

el trazo de la pluma va haciendo un surco entre piedras

como el que hacen allá en el monte 

donde ella vive, para hacer el horno,

para quemar el barro.

El hombre sigue hablando

Como si la mujer no existiera,

él se encargará de llevarla a ella,


de cobrar el cheque, de cuidar las ollas. 

miércoles, 29 de abril de 2015

Tragamonedas


A La Mattrie

El hombre máquina, sí
pero sencilla. Como un molino de maíz
o una tragamonedas
automatizada para mentir, para doler, para estafar.

Volviendo siempre a los mismos objetivos:
los deberes, las promesas,
el accionar mecánico de las sonrisas,
la mano que pega, el reflejo de bostezar,
lágrimas que lubrican el parpadeo.

Marchan por millones todos los días
saliendo de las fábricas
mostrando una calcomanía en la caja de metal.

Pero de vez en cuando, también
como esas chicleras de la infancia
al echarles el dinero en la rendija
se tragan sin pudor una moneda
y ni chicle dan.







miércoles, 15 de abril de 2015

Trastero



Un mueble alto en el comedor.
Detrás de los cristales, objetos que nunca usamos:
copas, platos decorados, jarrones,
le llamábamos trastero
y era el orgullo de la casa.

Hay mujeres que son como esas vitrinas:
lo hermoso se muestra en ellas.
Además caminan y hablan en perfecto equilibrio.
Son monstruos que controlan el mundo.
Magnánimas ante el hombre
que es de una brutal imperfección
pero al que aman, irremediablemente.
Sensibles, lloran en silencio o a gritos.

Son sabias, las mujeres vitrina.
El hombre intenta abarcar su belleza con las manos
pero sólo logra manchar sus ventanas.
Después de unos meses,
la madera de la que están hechas se raja,
se abre con dolor el árbol que un día fue
para arrojar al mundo a otros hombres
que serán cautivos
y construirán para ellas grandes casas.
Creerán haber inventado la política, la guerra, la filosofía
recorriendo el mar en busca de especias
levantando inútiles puentes.






miércoles, 4 de marzo de 2015

Ocupaciones vanas


Comprarlo todo antes de morir

quiero el olor a nuevo de un coche

las ventanas enormes de una casa de campo

las caricias de un amor desvergonzado 

que se quita lo ropa por dinero.


Con las esquinas de sus cajas, de sus puertas,

que me llaguen el cuerpo los objetos 

dejarme quiero arder los ojos

con sus plásticos relucientes. 


La nariz jalando el aire viciado:

de Les Larmes Sacrees de Thebes.

Quiero comprarlo todo, antes de morir

en esos segundos de agonía y desesperación 

cavar hasta el fondo 

arropado, caliente hasta las lágrimas

del falso gozo por vivir. 

lunes, 16 de febrero de 2015

Calle del retorno




Por qué esta calle en la que vivo 

de grandes huecos en donde antes había árboles

de banquetas colmadas por extraños, 

arroyo que cuando llueve se convierte en río, 

de autos que alumbran el agua sucia con sus faros. 


Por qué esta calle me tocó en suerte y no otra

a quién debo reclamar por nacer

en este barrio de campesinos arrancados de la tierra,

sirvientas, albañiles

hombres que trabajan encerrados en la maquiladora

y deambulan de madrugada en espera del transporte.


Mi vecino trabaja como embalsamador en una funeraria

me pregunta cómo estoy, se sonríe

estoy seguro que me imagina acostado en la plancha 

con ese zumbido de moscas alrededor del muerto

él con su cara de piel azulosa, ceniza, mortuoria 

y yo respondo tajante que estoy bien

antes de irme. 



Por qué esta calle del retorno,

territorio de soles que se multiplican para cocinarnos

como en un brasero,

calle de niñas embarazadas 

mujeres que pasean a sus hijos como a mascotas,  

madres orgullosas de haber parido extranjeros

madres en espera de irse a ese otro país, imaginario

o de volver a ser niñas en las banquetas. 


Por qué esta calle de la que no puedo escapar

de señoras que me saludan con sorna, que me espían

brujas que saben de hierbas y venenos

viejas de bocas fruncidas, 

que de niño me ponían sus manos de corteza sobre la cara

para maldecirme: este niño no llegará muy lejos

y sus brazos como ramas despedían un olor a ruda.


Por qué esta calle que me devuelve siempre a donde vivo

como si fuera la jaula de un roedor

de la que no escaparé nunca

ahora lo comprendo. 









martes, 27 de enero de 2015

Costumbre

 



La lengua va siempre al diente roto

como un castigo que se impone a si misma

cubre con su carne el agujero calcáreo

como una solución emergente,

hasta que se rompe la carne en los filos

de aquel destruido hueso.



El frío diagnóstico en el consultorio

aparta con espejo la lengua protectora

para cavar en el centro del dolor

mientras la lengua, contraída en el fondo

aguarda el destino en el horror de la sangre,



Aún cuando han sacado el nervio muerto,

y tapado con algodones la cavidad,

con ciega obsesión dentro de la boca

como una madre abnegada,

la lengua va siempre al diente roto




Implantes dentales


Me despedí de mis dientes mordiendo una manzana

en el trayecto del trabajo a la casa,

la última que de verdad tendría el sabor salvaje 

de la naturaleza, después de un año de frigorífico. 


Reventada por mis frontales y colmillos

sin ningún remordimiento, sin otra preocupación

que la gota fresca que escapó por una de las comisuras.


De ahora en adelante, mis pecados deberán ser 

previamente cortados con tenedor y cuchillo, 

fríamente, en trozos regulares

sobre un plato de vidrio, en el final de la juventud. 






miércoles, 14 de enero de 2015




“All Hallows' Even"



Planean los disfraces en voz alta
prueban con vestidos, pelucas y sábanas
hermosos jóvenes se pintan heridas en el rostro
las  mujeres se encrespan el cabello, cerúleas ojeras
los dientes negros,
vendajes sobre mutilados miembros,
provocan risa, dulces, borrachera.

Pero a los otros, a los que nos aburre eso,
a los que nos fastidia esa alharaca,
elegimos quedarnos, bueno o malo
con el disfraz que nos tocó en suerte.

Qué chiste puede traernos
añadir al cuerpo unas gotas falsas de sangre 
donde la postración hizo llagas,
o interminables vendajes
en los únicos huesos que no fueron ya rotos.
No señores, no.

Ustedes, a jugar a lo suyo:
el día más claro, los dientes perfectos, la belleza.
Con las brujas, los deformes,
con los emisarios de la muerte,
no se metan.