martes, 27 de enero de 2015

Costumbre

 



La lengua va siempre al diente roto

como un castigo que se impone a si misma

cubre con su carne el agujero calcáreo

como una solución emergente,

hasta que se rompe la carne en los filos

de aquel destruido hueso.



El frío diagnóstico en el consultorio

aparta con espejo la lengua protectora

para cavar en el centro del dolor

mientras la lengua, contraída en el fondo

aguarda el destino en el horror de la sangre,



Aún cuando han sacado el nervio muerto,

y tapado con algodones la cavidad,

con ciega obsesión dentro de la boca

como una madre abnegada,

la lengua va siempre al diente roto




Implantes dentales


Me despedí de mis dientes mordiendo una manzana

en el trayecto del trabajo a la casa,

la última que de verdad tendría el sabor salvaje 

de la naturaleza, después de un año de frigorífico. 


Reventada por mis frontales y colmillos

sin ningún remordimiento, sin otra preocupación

que la gota fresca que escapó por una de las comisuras.


De ahora en adelante, mis pecados deberán ser 

previamente cortados con tenedor y cuchillo, 

fríamente, en trozos regulares

sobre un plato de vidrio, en el final de la juventud. 






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