lunes, 16 de febrero de 2015

Calle del retorno




Por qué esta calle en la que vivo 

de grandes huecos en donde antes había árboles

de banquetas colmadas por extraños, 

arroyo que cuando llueve se convierte en río, 

de autos que alumbran el agua sucia con sus faros. 


Por qué esta calle me tocó en suerte y no otra

a quién debo reclamar por nacer

en este barrio de campesinos arrancados de la tierra,

sirvientas, albañiles

hombres que trabajan encerrados en la maquiladora

y deambulan de madrugada en espera del transporte.


Mi vecino trabaja como embalsamador en una funeraria

me pregunta cómo estoy, se sonríe

estoy seguro que me imagina acostado en la plancha 

con ese zumbido de moscas alrededor del muerto

él con su cara de piel azulosa, ceniza, mortuoria 

y yo respondo tajante que estoy bien

antes de irme. 



Por qué esta calle del retorno,

territorio de soles que se multiplican para cocinarnos

como en un brasero,

calle de niñas embarazadas 

mujeres que pasean a sus hijos como a mascotas,  

madres orgullosas de haber parido extranjeros

madres en espera de irse a ese otro país, imaginario

o de volver a ser niñas en las banquetas. 


Por qué esta calle de la que no puedo escapar

de señoras que me saludan con sorna, que me espían

brujas que saben de hierbas y venenos

viejas de bocas fruncidas, 

que de niño me ponían sus manos de corteza sobre la cara

para maldecirme: este niño no llegará muy lejos

y sus brazos como ramas despedían un olor a ruda.


Por qué esta calle que me devuelve siempre a donde vivo

como si fuera la jaula de un roedor

de la que no escaparé nunca

ahora lo comprendo.