miércoles, 2 de septiembre de 2015

Engaños

Entretener a la muerte:
darle pedacitos de nuestra carne,
engañar la tripa con enfermedades misteriosas.
Dejarse oler de vez en cuando,
ese lado podrido que tenemos todos. 
Asomarse al pozo donde se ahogó el niño,
leer con llanto
el deceso de algún otro,
el paro cardiaco del abuelo, 
el suicidio del joven. 
Lamentarse en voz alta 
para que nos oiga.
Dejarla pasar pero nunca 
darle la bienvenida.
Que se sienta extraña 
en la casa que habitamos
para que se vaya,
pero sin correrla, sin avisarle
que nos creemos más listos.
Nada, que tome un café
pero sin azúcar,
de arrimada.
A la muerte le gusta mirarnos
de lejos
a escondidas, tan insignificantes.
Le dan risa las faltas de respeto
luego se acerca 
para darnos una palmada
que nos mete en el lecho
por algunos días.
Sólo quiere comprobar que estamos vivos.
Pero nada es serio

hasta que nos mata.